He recibido un regalo muy especial y quiero compartirlo con vosotros. Es este dibujo del nombre de Eva. ¿A que es precioso?
Cuando nació Roi, nos regaló también su nombre hecho por uno de estos artistas, esta vez en París, de ahí la Torre Eiffel como la letra I.
Cuando nació Mía, me lo trajo de Londres. Entonces yo le dije: me falta uno... a ver si algún día puedo conseguirlo para completar el conjunto.
Y el otro día, me sorprendió regalándome el dibujo del nombre de Eva y me emocioné muchísimo. Puede parecer un poco tonto, pero a veces me pasa, pequeños detalles que me emocionan. ¿Sabéis por qué? Porque en general la gente piensa que recordarme a Eva o hablarme de ella me va a entristecer, cuando es justo lo contrario. Me encanta hablar de ella y de hecho lo hago porque es mi particular forma de mantenerla con nosotros, de no “olvidarla”, de no dejar que se vaya del todo. Seguro que me entendéis, sobre todo quienes habéis sufrido una pérdida de un ser querido especial.
Si conocéis a alguien en una situación similar a la mía, creo que le gustará y os agradecerá que habléis y recordéis a esa persona que ya no está. Es la mejor forma de tenerlos presentes y un poquito cerca aunque estén muy lejos. Por eso me emociona de forma especial y muy positiva que Eva siga en el recuerdo de tantos y poder hablar de ella.
Siempre formará parte de mi vida; Eva dejó un enorme e irreparable vacío en mi corazón pero también un inmenso recuerdo lleno de alegría y amor porque ella, como dice mi buena amiga Rosa, era, es y será, por siempre jamás, la niña más amorosa del mundo.
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