Eva tenía 4 años recién cumplidos cuando una serie de presuntas negligencias médicas nos la arrebataron. Decimos presuntas porque existe, pendiente de resolución judicial, una querella criminal por homicidio contra dos pediatras de La Coruña, que trabajan en el Hospital Modelo y tienen también sus propias consultas: el Dr. Julio González Yebra-Pimentel y la Dra. Mª del Carmen García Cabanas.

jueves, 24 de noviembre de 2016

La Justicia también llora


     El día que Eva murió pensamos que había sido porque ella no fue capaz de reaccionar bien al tratamiento que le habían pautado para subirle los niveles de sodio en sangre. Pero tras la lectura de su historia clínica, sospechamos que su fallecimiento se podía haber evitado y por este motivo presentamos una querella criminal contra los pediatras que la atendieron, Julio González Yebra-Pimentel y María del Carmen García Cabanas. Finalmente, tras casi seis años, la juez de instrucción dictó auto de apertura de juicio oral por considerar la existencia de indicios de criminalidad contra ambos pediatras y solo contra ellos.
 
     Durante el proceso de instrucción ambos pediatras se negaron a responder a nuestras preguntas acogiéndose a su derecho a no declarar. Empezamos mal.
 
La médico forense (que es la perito del juzgado) emitió un informe en el que afirmaba que la bajada de sodio que Eva sufrió tras ser operada de amígdalas y vegetaciones de forma satisfactoria, fue de tal entidad que se considera como muy grave, pues de no ser tratada correctamente, puede provocar a quien la padece la muerte, como finalmente aconteció. Además, recalca la forense, que el tratamiento pautado por el Dr. Pimentel fue erróneo por resultar escaso en cantidades y lento en el tiempo de administración. Incluso este doctor, afirma la forense, ordenó administrar un tipo de suero a la niña que todavía agravó más su estado, pues por su composición le provocó una mayor bajada de los niveles de sodio. Al no estar correctamente tratada, Eva empeoró y sufrió una convulsión a las 5 de la madrugada; el Dr. Pimentel, a pesar de ser avisado por la enfermera, decide que es suficiente administrar un relajante a la niña para que esa convulsión ceda, pero no acude al hospital a examinar su estado, ni a investigar los motivos de que haya empeorado, ni solicita analíticas para estudiar si el tratamiento que le pautó estaba produciendo el efecto esperado. Simplemente decide quedarse en su casa. No sabemos si reaccionó así porque al día siguiente tenía que entrar a trabajar en el Centro de Salud de Órdenes a las 8 de la mañana... El caso es que no acudió a ver a la niña y a la mañana siguiente el nivel de sodio todavía había bajado más.
 
     Entonces, esa mañana, se hace cargo de Eva la pediatra García Cabanas, quien a pesar de ver en las analíticas que el sodio de la niña había bajado en lugar de subir como se esperaba y resultaba necesario, opta por mantener el tratamiento. No sabemos si por no contradecir la orden médica de su compañero o por falta de pericia. Esta doctora informó a la familia de que los valores de sodio estaban recuperándose, cuando en realidad era mentira; tampoco nos dijo que Eva tuvo una parada cardiorespiratoria a media mañana; ni que el segundo TAC que se le realiza refleja un severo edema cerebral y por ello decide, por fin, remitirla al Hospital Materno Infantil de La Coruña, a donde los padres solicitamos en varias ocasiones (desde el principio) que se la trasladara, pero nos lo habían desaconsejado hasta ese momento. Hasta que ya no se podía hacer nada por Eva. Por no dar la cara, nos enviaron al Materno, haciéndonos creer esta doctora que Eva tenía un pequeño edema y que se lo iban a tratar para que se reabsorbiese sin problemas. Sin embargo, cuando llegamos al  Materno, nos contaron la verdad: Eva estaba en coma (no sedada, como nos dijo Cabanas) y tenía un edema cerebral irreversible, con lo que se determinó su muerte cerebral.
 
     Lo único bueno que hizo García Cabanas fue modificar correctamente el tratamiento pautado por Pimentel, puesto que a partir de ese momento el sodio de Eva sube (a 122 mEq/l). Lástima que lo hiciera tan tarde, pues para cuando lo modificó, nuestra niña ya tenía un edema irreversible. Pero parece evidente que si ese tratamiento de última hora, lo hubiera pautado Pimentel o Cabanas en cuanto se hizo cargo de la niña, el sodio se habría estabilizado antes de producirse el edema a última hora de la tarde y por lo tanto Eva se habría salvado.
 
     Pues bien, este auto del juez de instrucción que ordena se inicie juicio contra estos dos médicos, fue recurrido en apelación por ambos y ¿qué ha dicho el juez de la Audiencia? Que no ha quedado acreditado en el auto del juez instructor los indicios de culpabilidad de cada investigado (imputado) y que para no generarles indefensión, se ordena archivar la causa. Lo que no nos dice su Señoría es quién va a defender los intereses de mi hija, la víctima. Nos deja sin juicio. Pretende que el juez de instrucción juzgue en su auto a los pediatras, cuando esto corresponde al juez de lo penal. No le llegan los indicios que os acabo de relatar para ordenar que siga el proceso su curso y así poder depurar responsabilidades y culpabilidades. Quizás para comprenderlo mejor tendré que acudir a un curso de esos que da su Señoría en compañía del letrado de Pimentel, el Sr. Gutiérrez Aranguren...
 
     En fin, que La Coruña es muy pequeña. La Justicia existe, el problema es que quien tiene que aplicarla no lo hace. Pero como podréis imaginar, no nos rendimos y seguimos adelante.
      Querida Eva, seguiremos luchando en tu memoria. Te lo debemos. La vida te devuelve aquello que das.
     Nos queda el Recurso de Amparo ante el Tribunal Constitucional. Así que todavía no celebren nada señores pediatras porque la justicia llora hoy, pero quien ríe último, ríe mejor.