Eva tenía 4 años recién cumplidos cuando una serie de presuntas negligencias médicas nos la arrebataron. Decimos presuntas porque existe, pendiente de resolución judicial, una querella criminal por homicidio contra dos pediatras de La Coruña, que trabajan en el Hospital Modelo y tienen también sus propias consultas: el Dr. Julio González Yebra-Pimentel y la Dra. Mª del Carmen García Cabanas.

martes, 30 de abril de 2013

Incompetencia y soberbia - Capítulo II

Cuando le diagnosticaron a Eva, hace hoy 3 años, muerte cerebral, pensamos que no había sido capaz de reaccionar como se esperaba al tratamiento que le dieron en el Hospital Modelo de La Coruña por parte de los pediatras Pimentel y García Cabanas.

Pero cuando pedimos su historia clínica, consultamos por internet y confirmamos con especialistas la actuación de estos dos médicos, nos quedamos sorprendidos y destrozados al comprobar que nuestra pequeña Eva no tenía que haberse ido, se podía haber evitado el fatal desenlace. Y eso es terriblemente duro y cruel.

Por este motivo nos decidimos a presentar una querella criminal por presunto homicidio contra Julio González Yebra-Pimentel y Carmen García Cabanas. Y precisamente por la claridad con la que hemos visto la negligencia con la que han actuado ambos, la actitud tan cobarde que han tenido en el Juzgado negándose a contestar a nuestras preguntas, precisamente por eso damos sus nombres completos. Sus pacientes o potenciales pacientes deben conocer el caso de Eva y luego que cada uno decida lo que quiere hacer, pero la gente debe saber lo que hay. A mi me gustaría haberlo sabido hace tres años...

Cualquiera puede teclear en internet "hiponatremia severa" y leer que ésta debe ser tratada en las primeras horas (2-4 h.) y con un control exhaustivo para asegurar la eficacia del tratamiento pautado: TAC craneal, análisis seriados de sangre, de orina,... Bien, pues el doctor Pimentel la dejó ingresada en una UCI sin médico presente y sin ningún tipo de control. Pero es que aún encima, cuando la niña empeora con una nueva convulsión a las 5 de la mañana, la enfermera llama a Pimentel y éste decide seguir con el mismo tratamiento (cuando era obvio que no estaba consiguiendo el efecto esperado), no ordena ninguna analítica, ni nada similar, y NO ACUDE al hospital a ver a nuestra hija, su paciente. Además de que el tratamiento que le mandó administrar a la niña fue escaso en cantidad y en tiempo de administración. Vamos, que no dio ni una. Para los más curiosos, os dejo este enlace tan representativo de un caso muy similar pero con final feliz:

Esto sucedió durante la madrugada del 29 al 30 de abril, por la mañana del día 30 entra la doctora Carmen García Cabanas. Esta señora siguió la estela dejada por Pimentel, continuó administrando un tratamiento escaso y por tanto inútil para revertir la hiponatremia. Pero es que además se dedicó a mentir una y otra vez, impidiéndonos ser conscientes de la real gravedad del estado de Eva: nos ocultó la parada cardiorespiratoria que sufrió a media mañana; nos dijo que estaba recuperando los niveles de sodio, cuando incluso llegaron a bajar más que nunca; nos dijo que la niña estaba inconsciente porque estaba sedada por la medicación, cuando en realidad estaba en coma; nos justificó el traslado al Hospital Materno porque dijo que había indicios de edema cerebral, cuando en realidad el edema era de tal entidad que en el Materno nos informaron de la muerte cerebral de Eva... Toda una mentirosa sin escrúpulos y otra incompetente cobarde como Pimentel.

Con lo fácil que habría sido ordenar el traslado de Eva al Hospital Materno, donde cuentan con una UCI adaptada para niños y con médicos presenciales, que sin duda habrían sabido administrar el tratamiento adecuado y hacerle el seguimiento preciso para garantizar la recuperación de Eva... Mira que les pedimos veces que la mandaran allí. Pero no, primero se negó Pimentel y luego Cabanas. Decían que estaba controlada, que el tratamiento era sencillo y que no convenía trasladarla para evitarle un trastorno innecesario. ¿Por qué actuaron con tanta tranquilidad y con tanta desidida y mentira? El título de esta entrada creo que puede servir de respuesta.

Como sé que nos leen... Doctor Pimentel, Doctora Cabanas y Doctor Rodríguez Núñez (anestesista), den la cara, digan la verdad y que la justicia decida si son o no culpables. Nos lo deben a la familia, pero sobre todo a Eva. Si tienen conciencia y algo de humanidad deberían cambiar su actitud en el juzgado. Nosotros no podemos cambiar la nuestra, estamos tremendamente dolidos y cabreados por su falta de profesionalidad, pero, sobre todo, por su falta de honestidad. Y al Hospital Modelo (también el Hospital Belén, que de hecho es donde estos individuos siguen ejerciendo), una vez más, pedimos que se posicione junto al paciente, ya que dicen es a quien se deben, y no permitan que estos tres médicos continúen trabajando en sus instalaciones.

Gracias a todos los que nos habéis leído hasta aquí.

lunes, 29 de abril de 2013

Hace 3 años - Capítulo I

Hoy hace 3 años que nuestra Evita acudía al Hospital Modelo de La Coruña para ser operada de amígdalas y vegetaciones. No estaba nerviosa, no tenía miedo; al contrario, estaba feliz porque al fin le iban “a quitar las bolillas” que tanta lata le deban. Esperamos en la sala de espera para que nos dieran habitación; y allí, como siempre, hizo “amigos” hablando y hablando, su gran especialidad.
Unos días antes hicimos las típicas pruebas del preoperatorio. Casi iba yo más nerviosa que ella...
  • Eva, ahora te van a poner unas pegatinas por el pecho con unos cables, es para saber qué tal late tu corazón, pero no te preocupes que no hace daño, eso sí, tienes que estar muuuuy quieta y calladita ¿podrás?.
  • ¿Mucho tiempo?
  • No, un ratito.
Lo hizo fenomenal.
  • Ahora te van a poner una especie de pulsera grande en el brazo que se va a hinchar como un globo y te va a apretar mucho el brazo, pero tú tranquila que enseguida deja de apretar.
  • ¿Y si explota?.
  • Nooooo, no te preocupes.
Ni se inmutó.
  • Ahora toca hacerle una foto al cuerpo por dentro. Sólo tienes que estar muy quieta otra vez ¿vale?.
  • ¿Sonrío?.
  • No hace falta, pero si quieres...
Muy bien, prueba también superada. Ahora viene la peor parte -pensé- el análisis de sangre...
  • Bueno, ahora toca un pinchacito en el brazo, Eva. Te ponen una goma un poco apretada en el bracito y te pican; duele un poquitito, como un pellizco, pero si estás quietita y te portas bien, pasará pronto y luego de premio nos vamos a desayunar algo muy rico. Tienes que ir tú sola con una enfermera, yo te espero aquí, pero como eres muy valiente, seguro que lo vas a hacer requetebien.
Yo la escuchaba hablar con las enfermeras, como una cotorrilla:
  • ¿Cómo te llamas? -oigo que le preguntan.
  • Me llamo Eva, tengo 4 años y me van a sacar las bolillas.
Cuando la vi salir corriendo, con una sonrisa de oreja a oreja... ¡¡aluciné!!.
  • ¡¡¡Mira, mami, me han puesto una tirita y no me ha dolido nada de nada!!!
  • ¡¡¡Ay, mi niña, pero qué valiente has sido!!!
Hasta salió la enfermera a darme la enhorabuena por lo bien que se había portado y a decirme que era muy simpática. Pues claro, una vez más, “haciendo amigos”.
Por fin nos dieron la habitación. Cuando la vinieron a buscar para bajar al quirófano, sin saberlo, me estaba despidiendo de su sonrisa. Fue la última vez que la vi sonreir. Iba subida en la cama, con su inseparable peluche de Mickey Mouse al lado y con el mando para accionar la cama en la mano, a modo de volante. Quien vino a recogerla le dijo que tenía que conducir ella dándole a los botones para girar a un lado o al otro. Se fue feliz. Con su sonrisa...
Cuando nos llamaron a la habitación para decirnos que todo había salido bien, no sabíamos que el anestesista, José Luis Rodríguez Núñez (que continúa trabajando en el Modelo), le administró un suero durante la intervención que está proscrito por la inmensa mayoría de la doctrina científica en operaciones a niños, por las frecuentes complicaciones que ocasiona. En el caso de Eva un SIADH, que devino en una bajada de sodio en sangre muy grave (hiponatremia severa).
Llegó a la habitación dolorida y adormilada, pero bien. Vimos “Bucea Olly”, “Bob Esponja” y algún dibujito más en la tele. Pero al cabo de unas horas, en lugar de ir a mejor, cada vez estaba más ausente, más arreactiva, como ida. Ese día a las 21:30 h. empezó nuestra terrible pesadilla.
De ese 29 de abril me quedo con su valentía, una lección para todos los miedicas que tenemos que ir al médico o a hacernos pruebas; me quedo con el recuerdo de su inocencia, su sempiterna alegría y, cómo no, de su última maravillosa sonrisa.
Pase el tiempo que pase, el recuerdo de nuestra Evita estará vivo y muy presente en nuestra mente y en nuestro corazón SIEMPRE... ¡¡SIEM-PRE!!.