Por Eva
Eva tenía 4 años recién cumplidos cuando una serie de presuntas negligencias médicas nos la arrebataron. Decimos presuntas porque existe, pendiente de resolución judicial, una querella criminal por homicidio contra dos pediatras de La Coruña, que trabajan en el Hospital Modelo y tienen también sus propias consultas: el Dr. Julio González Yebra-Pimentel y la Dra. Mª del Carmen García Cabanas.
viernes, 22 de marzo de 2019
Vídeo resumen del caso de Eva
Hay mucha gente que no sabe exactamente lo que le sucedió a Eva. Por eso hoy comparto con vosotros un vídeo muy cortito resumiendo todo mucho. Si queréis preguntarme algo más, os responderé encantada. Ojalá conociendo este caso, no se repita nunca más nada similar. #PorEva #Justiciaya
viernes, 15 de marzo de 2019
Feliz Cumpleaños Eva
jueves, 14 de marzo de 2019
Hablando se entiende la gente
Hoy tenemos que contaros una buena noticia. Hablando
se entiende la gente y eso hemos hecho. El letrado José Luis Gutiérrez
Aranguren, tras hablar con nosotros, comprendió el estado de ánimo en que nos
encontrábamos cuando se hicieron las alusiones a su persona y a su
profesionalidad, y por ello ha retirado las dos querellas por injurias y
calumnias contra mí. Así que el juzgado archivará este asunto y nosotros
también. Ruego a todos los que me seguís que evitéis realizar comentarios
delicados por razones obvias. Sé que lo entenderéis y así lo haréis. Gracias
por estar ahí siempre para todo y dándonos tanta fuerza y ánimo. #PorEva
#SiemprePorEva
sábado, 8 de septiembre de 2018
Detalles
He recibido un regalo muy especial y quiero compartirlo con vosotros. Es este dibujo del nombre de Eva. ¿A que es precioso?
Cuando nació Roi, nos regaló también su nombre hecho por uno de estos artistas, esta vez en París, de ahí la Torre Eiffel como la letra I.
Cuando nació Mía, me lo trajo de Londres. Entonces yo le dije: me falta uno... a ver si algún día puedo conseguirlo para completar el conjunto.
Y el otro día, me sorprendió regalándome el dibujo del nombre de Eva y me emocioné muchísimo. Puede parecer un poco tonto, pero a veces me pasa, pequeños detalles que me emocionan. ¿Sabéis por qué? Porque en general la gente piensa que recordarme a Eva o hablarme de ella me va a entristecer, cuando es justo lo contrario. Me encanta hablar de ella y de hecho lo hago porque es mi particular forma de mantenerla con nosotros, de no “olvidarla”, de no dejar que se vaya del todo. Seguro que me entendéis, sobre todo quienes habéis sufrido una pérdida de un ser querido especial.
Si conocéis a alguien en una situación similar a la mía, creo que le gustará y os agradecerá que habléis y recordéis a esa persona que ya no está. Es la mejor forma de tenerlos presentes y un poquito cerca aunque estén muy lejos. Por eso me emociona de forma especial y muy positiva que Eva siga en el recuerdo de tantos y poder hablar de ella.
Siempre formará parte de mi vida; Eva dejó un enorme e irreparable vacío en mi corazón pero también un inmenso recuerdo lleno de alegría y amor porque ella, como dice mi buena amiga Rosa, era, es y será, por siempre jamás, la niña más amorosa del mundo.
lunes, 30 de abril de 2018
El triste desenlace evitable
30 de abril de 2.010 - Día 2
Continúo compartiendo con vosotros el caso de mi hija Eva porque, aunque resulta muy doloroso recordar estos momentos, creo que es importante dar cuanta más información, mejor. De esta forma pretendo que se conozcan todos los datos que yo tengo y que me hacen luchar porque se haga justicia y también, no lo voy a negar, me sirve de desahogo.
Tras la nula intervención del pediatra Julio González Yebra-Pimentel, al día siguiente se hace cargo una nueva doctora: María del Carmen García Cabanas.
Esta pediatra ordena (por fin) una nueva analítica de sangre y de orina y observa que los valores de sodio de Eva, tras el tratamiento pautado por Pimentel, no solo no se recuperan, sino que descienden todavía más. Y tras esto ¿cómo decide actuar Cabanas? Pues inexplicablemente mantiene el mismo suero que le estaba provocando mayor bajada de sodio y el mismo tratamiento escaso en cantidades que el prescrito por Pimentel.
Supongo que no se atrevió a cambiar el tratamiento que pautó un compañero y que tiene más experiencia (aunque solo sea por edad) que ella. Pero con semejantes resultados: la niña sigue mal y el sodio lo tiene aún más bajo, debería de habernos hecho caso cuando a ella también le solicitamos el traslado al hospital Materno. Sin embargo, se negó, nos lo desaconsejó y la creímos; confiamos en ella y su consejo. Eva volvió a tener más convulsiones, una delante de mi cuando la fui a ver a la UCI. No volví a verla despierta nunca más.
Eva sufrió una parada respiratoria y la tuvieron que intubar. A nosotros Cabanas nos dijo que era para que estuviera más cómoda y tranquila, no que hubiese tenido una parada. Nos dijo que estaba recuperando lentamente los valores de sodio, pero la historia clínica nos demostró que mentía descaradamente porque esos valores bajaron. Cuando por la tarde del sábado vio que la niña había empeorado, ordenó realizarle una TAC cerebral para comprobar posible edema y a las 5 de la tarde fue cuando cambió la medicación de forma radical: pautó un nuevo suero y le empezó a administrar unas cantidades de sodio adecuadas. A partir de ahí los niveles comenzaron a subir pero Eva seguía sin despertar. Ordenó una segunda TAC y aunque esta prueba indicaba que tenía un severo edema cerebral, a nosotros nos dijo que había ¨indicios¨ de edema y que la iba a trasladar al Materno porque allí se lo tratarían mejor. El médico forense reconoce en su informe que García Cabanas pautó un tratamiento incorrecto al principio y que luego lo modificó, pero ya era tarde. Ya había edema cerebral, el cual resultó ser irreversible.
No quiero recordar el escalofrío que me recorrió el cuerpo cuando llegamos al Materno y nos dicen que Eva está muy grave, que estaba en coma y al borde de la muerte. Se nos cayó el alma a los pies. A nosotros Cabanas nos dijo que los valores estaban subiendo y que había indicios de edema pero que allí se lo tratarían y entonces se recuperaría. Estoy segura de que Eva ya ingresó con muerte cerebral, pero ella no se atrevió a decírnoslo. Le realizaron una última prueba para comprobar el estado cerebral de Eva (una TAC con contraste) y nos confirmaron la peor de las noticias que jamás nos esperábamos: muerte cerebral. No había nada que hacer. También sigo esperando a que esta señora nos pida perdón y actúe en consecuencia. Cuando las cosas se hacen mal, hay que dar la cara y no esconderse. Nos lo deben. Se lo deben a Eva. Hay que ser consecuente con nuestros propios actos o ¿es que no tienen conciencia?.
A los pocos minutos, todavía en shock, nos preguntaron si queríamos donar sus órganos. Mi marido y yo nos miramos a los ojos y no tuvimos que decir nada más. ¡Por supuesto! Entonces se activaron los protocolos para donarlos y se mantuvo el cuerpo de Eva con vida hasta que estuvo todo preparado para llevar a cabo la donación. Por eso la fecha de fallecimiento que consta es el día 1 de mayo y no el 30 de abril.
Cuatro niños viven hoy gracias a nuestra pequeña Eva. Qué alegría tan grande debieron sentir cuatro familias. Mi hija se fue dando vida a cuatro niños. Su corazón fue a parar a uno en Madrid al que le quedaban horas de vida. Me reconforta, me enorgullece y me hace sentir mejor. No podía ser de otra forma. Eva era una niña buena, alegre y que resultó ser generosa hasta el final de su existencia. Una existencia corta pero maravillosa, que nos ha enseñado a muchos a vivir la vida de forma más intensa y bondadosa.
Gracias hija mía. Gracias mi querida Eva. Solo las grandes personas dejan huellas imborrables.
domingo, 29 de abril de 2018
Así empezó el principio del fin
29 de abril de 2.010 - Día 1
Por fin había llegado el día de quitar "esas bolillas" de la garganta que tanta lata nos daban. Eva estaba tranquila y, como siempre, feliz y sonriente.
Vinieron a buscarte a la habitación para bajarte a quirófano y allá te fuiste. Con tu inseparable peluche de Mickey y tu también inseparable sonrisa. La última que yo te vi. La que siempre tendré grabada en mi retina. Preciosa. Enorme. Inolvidable.
Nos dijeron que la operación había salido muy bien y enseguida te subieron a la habitación. Estabas despierta pero dolorida y adormilada. Pusimos dibujos en la tele. Hablamos un poco; más yo que ella. Le dolía la garganta. Pero por la tarde empezaron los vómitos y poco a poco estaba más adormilada. "Es normal", me dijeron. Pero Eva no mejoraba. No se recuperaba. Mi sexto sentido me decía que algo no iba bien. Empezaron los espasmos. Eran pequeños, como cuando te estás quedando dormido y despiertas bruscamente con la sensación de que te caes de la cama.¨Es normal¨, volvió a decirme la enfermera. Pero resultó ser que no. A Eva le bajaron los niveles de sodio y sufrió una hiponatremia. Tuvo una fuerte convulsión mantenida, como un ataque epiléptico, y entonces la enfermera por fin llamó a un médico. Eran las diez de la noche y ya no quedaban más que los que estaban en urgencias. Le dieron un relajante muscular para que la convulsión cediera y se le hizo un análisis de sangre completo. Al poco tiempo llegó el otorrino que la había operado y el pediatra que estaba de guardia esa noche y que se haría cargo de Eva; pues el otorrino no podía tratar la bajada de sodio porque no corresponde a su especialidad.
Cuando llegó el resultado de la analítica de sangre, los valores de sodio eran muy bajos.
El pediatra Julio González Yebra-Pimentel nos comunicó que se le iba a aportar sodio para que lo fuera recuperando poco a poco y que mañana estaría mucho mejor. Quería dejar a Eva en la misma habitación, en una planta sin atención médica. Nosotros (sus padres) pedimos su traslado al Hospital Materno Infantil porque sabemos que cuando las cosas se complican, allí se van los niños para ser tratados de forma específica. ¡Me moría si Eva volvía a convulsionar! No quería tener que volver a salir a gritos de la habitación llamando por un médico. Entonces el doctor Pimentel nos dijo que podía ingresarla en la UCI de allí (que es de adultos) para que así nos quedáramos más tranquilos. Le pautó un tratamiento para que se le administrara a Eva y se marchó a su casa, a pesar de ser el pediatra de guardia nocturna de ese día. Dejó su móvil apuntado para que le llamaran por si había alguna incidencia.
Tenemos dos informes médicos, uno de una pediatra y otro de un neurólogo, que dicen que el tratamiento pautado por Yebra-Pimentel fue MUY escaso en cantidad y a MUY largo tiempo. El médico forense, el que se nombra por el juzgado para que emita un informe médico de forma objetiva, también lo reconoció de la siguiente manera:
Es decir, el doctor Pimentel no solo le pautó a Eva un tratamiento incorrecto, sino que además agravó su estado porque el suero que le ordenó administrar está contraindicado en hiponatremias porque hace que el sodio baje más. Al tratarse de una hiponatremia GRAVE debería de haberse quedado en el hospital y haberle realizado más analíticas para comprobar que Eva iba recuperando los niveles de sodio, pero se fue a su casa. Difícil ver la gravedad desde allí.
A las 5 de la mañana Eva vuelve a convulsionar. Pimentel había ordenado darle un relajante muscular en caso de que ello sucediera. La enfermera le llama y le avisa de este agravamiento, tras casi diez horas desde que se le empezó a dar el tratamiento que, según Pimentel, iba a hacer que Eva estuviese mejor a la mañana del día siguiente. Y ¿qué hizo este pediatra? Pues se limitó a preguntar si la convulsión había cedido con el relajante y la respuesta fue obvia, claro que cedió, para eso sirve el relajante. Pero una cosa es tratar la convulsión y otra muy distinta y más importante es tratar lo que origina que se vuelva a producir tras diez horas con tratamiento. ¿No será que la medicación no surte el efecto esperado o que te has equivocado, Pimentel? Tampoco pidió que se le hiciera una nueva analítica. No hizo nada. Supongo que algo tendrá que ver que al día siguiente tenía que entrar a trabajar en un centro de salud a las 8 de la mañana. Desde luego, si no acudió a ver a Eva al hospital, no solo no se preocupó por ella, sino que no hizo bien su trabajo. La vida de mi hija en sus manos y la dejó escapar... Qué impotencia y qué tristeza tan grande...
Hoy hace 8 años de ese 29 de abril. Hoy hace 8 años que disfruté de la última sonrisa de mi hija. Hoy opino y cuento lo que sucedió porque tengo derecho a hacerlo y vosotros a saberlo. Si os encontráis en una situación similar, sabréis que puede tratarse de una hiponatremia y que puede acabar muy mal si no se trata de forma correcta y a tiempo. Sabiendo lo que os he contado, espero que médicos y pacientes lo tengan en cuenta y que no se repita JAMÁS una negligencia similar. También, 8 años después, sigo esperando a que Pimentel me pida perdón. Pidió disculpas por no haber sabido ver la gravedad, pero no pidió perdón.
Por Eva, porque Eva podría haber sido cualquiera de vosotros. Jamás pensé que me iba a suceder algo semejante. La vida te cambia en un segundo. No dejéis de disfrutarla.
jueves, 24 de noviembre de 2016
La Justicia también llora
El día que Eva murió pensamos que había sido porque ella no fue capaz de reaccionar bien al tratamiento que le habían pautado para subirle los niveles de sodio en sangre. Pero tras la lectura de su historia clínica, sospechamos que su fallecimiento se podía haber evitado y por este motivo presentamos una querella criminal contra los pediatras que la atendieron, Julio González Yebra-Pimentel y María del Carmen García Cabanas. Finalmente, tras casi seis años, la juez de instrucción dictó auto de apertura de juicio oral por considerar la existencia de indicios de criminalidad contra ambos pediatras y solo contra ellos.
Durante el proceso de instrucción ambos pediatras se negaron a responder a nuestras preguntas acogiéndose a su derecho a no declarar. Empezamos mal.
La médico forense (que es la perito del juzgado) emitió un informe en el que afirmaba que la bajada de sodio que Eva sufrió tras ser operada de amígdalas y vegetaciones de forma satisfactoria, fue de tal entidad que se considera como muy grave, pues de no ser tratada correctamente, puede provocar a quien la padece la muerte, como finalmente aconteció. Además, recalca la forense, que el tratamiento pautado por el Dr. Pimentel fue erróneo por resultar escaso en cantidades y lento en el tiempo de administración. Incluso este doctor, afirma la forense, ordenó administrar un tipo de suero a la niña que todavía agravó más su estado, pues por su composición le provocó una mayor bajada de los niveles de sodio. Al no estar correctamente tratada, Eva empeoró y sufrió una convulsión a las 5 de la madrugada; el Dr. Pimentel, a pesar de ser avisado por la enfermera, decide que es suficiente administrar un relajante a la niña para que esa convulsión ceda, pero no acude al hospital a examinar su estado, ni a investigar los motivos de que haya empeorado, ni solicita analíticas para estudiar si el tratamiento que le pautó estaba produciendo el efecto esperado. Simplemente decide quedarse en su casa. No sabemos si reaccionó así porque al día siguiente tenía que entrar a trabajar en el Centro de Salud de Órdenes a las 8 de la mañana... El caso es que no acudió a ver a la niña y a la mañana siguiente el nivel de sodio todavía había bajado más.
Entonces, esa mañana, se hace cargo de Eva la pediatra García Cabanas, quien a pesar de ver en las analíticas que el sodio de la niña había bajado en lugar de subir como se esperaba y resultaba necesario, opta por mantener el tratamiento. No sabemos si por no contradecir la orden médica de su compañero o por falta de pericia. Esta doctora informó a la familia de que los valores de sodio estaban recuperándose, cuando en realidad era mentira; tampoco nos dijo que Eva tuvo una parada cardiorespiratoria a media mañana; ni que el segundo TAC que se le realiza refleja un severo edema cerebral y por ello decide, por fin, remitirla al Hospital Materno Infantil de La Coruña, a donde los padres solicitamos en varias ocasiones (desde el principio) que se la trasladara, pero nos lo habían desaconsejado hasta ese momento. Hasta que ya no se podía hacer nada por Eva. Por no dar la cara, nos enviaron al Materno, haciéndonos creer esta doctora que Eva tenía un pequeño edema y que se lo iban a tratar para que se reabsorbiese sin problemas. Sin embargo, cuando llegamos al Materno, nos contaron la verdad: Eva estaba en coma (no sedada, como nos dijo Cabanas) y tenía un edema cerebral irreversible, con lo que se determinó su muerte cerebral.
Lo único bueno que hizo García Cabanas fue modificar correctamente el tratamiento pautado por Pimentel, puesto que a partir de ese momento el sodio de Eva sube (a 122 mEq/l). Lástima que lo hiciera tan tarde, pues para cuando lo modificó, nuestra niña ya tenía un edema irreversible. Pero parece evidente que si ese tratamiento de última hora, lo hubiera pautado Pimentel o Cabanas en cuanto se hizo cargo de la niña, el sodio se habría estabilizado antes de producirse el edema a última hora de la tarde y por lo tanto Eva se habría salvado.
Pues bien, este auto del juez de instrucción que ordena se inicie juicio contra estos dos médicos, fue recurrido en apelación por ambos y ¿qué ha dicho el juez de la Audiencia? Que no ha quedado acreditado en el auto del juez instructor los indicios de culpabilidad de cada investigado (imputado) y que para no generarles indefensión, se ordena archivar la causa. Lo que no nos dice su Señoría es quién va a defender los intereses de mi hija, la víctima. Nos deja sin juicio. Pretende que el juez de instrucción juzgue en su auto a los pediatras, cuando esto corresponde al juez de lo penal. No le llegan los indicios que os acabo de relatar para ordenar que siga el proceso su curso y así poder depurar responsabilidades y culpabilidades. Quizás para comprenderlo mejor tendré que acudir a un curso de esos que da su Señoría en compañía del letrado de Pimentel, el Sr. Gutiérrez Aranguren...
En fin, que La Coruña es muy pequeña. La Justicia existe, el problema es que quien tiene que aplicarla no lo hace. Pero como podréis imaginar, no nos rendimos y seguimos adelante.
Querida Eva, seguiremos luchando en tu memoria. Te lo debemos. La vida te devuelve aquello que das.
Nos queda el Recurso de Amparo ante el Tribunal Constitucional. Así que todavía no celebren nada señores pediatras porque la justicia llora hoy, pero quien ríe último, ríe mejor.
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